miércoles, 25 de septiembre de 2013

Gradación ascendente del trabajo de la Legión (Parte 2)


Por FRANK DUFF



Como medio de elevar el espíritu misionero, además de los magníficos resultados que se siguen directamente, nada podría ser más eficaz que la Peregrinatio y su réplica en pequeño, la Exploratio Dominicalis (que puede ser traducido como la Búsqueda Dominical de almas). Como algo reciente, esta última requiere una palabra explicativa. Es una mini-Peregrinatio que intenta que cada praesidium vaya al menos una vez al año como grupo a un lugar de necesidades espirituales a cierta distancia y pase un domingo, o quizá un fin de semana, tratando de resolver los problemas. El viaje no debe llevar una cantidad excesiva del tiempo disponible. Aún con la mejor buena voluntad sólo una parte de los legionarios podrá emprender la Peregrinatio. La Exploratio estaría al alcance de todos.

Paso a hacer algunas sugerencias sobre tareas a realizar.

1. En primer lugar y sobre todo hay que colocar la conversión. Se ha dicho ya bastante sobre su situación clave.

2. En segundo lugar la Conservación de la fe. Despertar la fe es algo que siempre hemos hecho. Ahora la masa parece no creer. Muchos de los que hemos tratado mantenían la filosofía de que una religión es tan buena como otra. El contacto con la gente en la calle se ha visto que es fácil y muy provechoso. Se debe ampliar. Este apostolado parece exigir algún local allí mismo, al cual se puede llevar a las personas para un trato más intenso, o incluso para confesar. Una casita o una caravana serviría para esta finalidad. Ciertamente por su misma ausencia de protocolo supondría algo nuevo que atraería a personas difíciles que no fueran a la iglesia. A los buenos legionarios habría que lanzarlos a esta forma maravillosa de entrar en contacto con la negligencia y la falta de fe.

Ese uso primario de la casita o caravana sería al atardecer. Durante el día podría ser usada para otros fines, tales como venta de libros religiosos, rosarios, medallas, escapularios, etc. Este trabajo ofrecería una buena oportunidad a los legionarios adultos y juveniles activos.

3. La dirección de los grupos de Pioneros, que es una sociedad de abstinencia del alcohol, al cuidado de los Padres Jesuitas. Es recomendable bajo diversos puntos de vista. La bebida probablemente representa el aspecto más peligroso de la vida moderna. Todo parece que lleva a ello. Las mujeres y los jóvenes quedan apresados en la bebida. Y una vez que se forma el hábito, poco se puede hacer. Los Pioneros actúan especialmente previniendo y al mismo tiempo alejan el alcoholismo. Proporciona el motivo adecuado para la Abstención, que es el sacrificio y la reparación, y mantiene este motivo a la vista llevando un emblema del Sagrado Corazón.

4. La propagación del Escapulario Marrón, que es fuertemente recomendado en el Manual. Todos los centros de la Legión deberían desarrollar periódicamente una tarea de reclutamiento de la forma en que algunos lo están haciendo ahora. De nuevo podría aprovecharse la oportunidad para convencer a las personas con las que se ha tratado.

5. A pesar de su manifiesta eficacia, los praesidia continúan desinteresándose de los Patricios. Se podría preguntar si el tema se recomienda alguna vez en las reuniones de Curia. Si es así, ¿es una referencia apagada, que casi invita a la inacción, algo parecido a la mención que se hace de Maria Legionis?

El número de páginas que se dedican a este movimiento en el Manual muestra la seriedad con que la Legión lo ve. Se afirma que con un uso inteligente de los Patricios, que hoy podríamos llamar científico, todo un distrito podría ser no solamente instruido en la fe, sino también fortalecido.

6. La realización de cada uno de los trabajos de la Legión debería llevar consigo la finalidad de conseguir nuevos socios para la Legión. El hecho de que a una persona se le convenza a dar un paso adelante en su catolicismo da pie a pensar que se le puede inducir a dar unos cuantos más, del mismo modo que uno sube casi automáticamente una escalera.

7. La visita a los hospitales e instituciones debería ser contemplada desde el punto de vista de si proporciona un trabajo esencial para los comprometidos en ella. Como trabajo está ciertamente en la escala más baja de necesidades. ¿No sería una excelente manera de proporcionar trabajo apostólico a los socios de más edad y a los que no han llegado a adultos? Pero debe justificarse. No hay razón suficiente para algo que no alcanza un nivel más alto que el de pequeñas charlas inocuas, consolar y animar, que tanto ha arraigado en la Legión.

8. El trabajo de clubes habría que examinarlo para ver si compensa el esfuerzo de la Legión. ¿Está sirviendo a un objetivo determinado religioso? Si es puramente humanístico, habría que abandonarlo.

9. Los puestos de libros parecen que han sido abandonados. ¿Puede darse una razón válida para ello? Ciertamente un puesto de libros en la calle es un faro religioso, un toque de atención para los no religiosos, un recuerdo para el que pasa de que existe la religión, una llamada en nombre de la Iglesia Católica.

10. Los juveniles siguen entre nosotros no como un valor positivo, sino como un problema sin resolver. No conseguimos los debidos beneficios de ellos. Los estamos empleando en acciones de grado menor que les perjudican. En términos generales. deberían ser empleados para acercarse a los de su misma edad. Cito un caso de un praesidium de 12 socios de unos doce años de edad, que trabajaban entre niños no católicos en una escuela estatal, consiguiendo traer a cinco de ellos y a un adulto a la Iglesia en seis meses.

11. ¿No podrían ser los juveniles los que sustituyan a los mayores en el trato con las instituciones, obras de servicio, etc., bajo la supervisión de un adulto? Debería interrumpirse la venta de periódicos como tarea de juveniles.

12. ¿Se hace rendir debidamente a nuestros praesidia, legionarios, casa de la Legión? Cada una de estas cosas debería ser analizada y ver si se justifican. Semejantemente cada buen legionario debe ser contemplado desde el ángulo de su mejor rendimiento. ¿Se le puede confiar un nuevo trabajo?

Resumo. María, Reina de la Legión, tiene la misión de engendrar a la humanidad. Tenemos el privilegio de ayudarla y ella depende de esa cooperación. Es lamentable que en estas maravillosas circunstancias solamente tomemos en nuestras manos tareas de alcance menor, dejando a multitudes en una auténtica pobreza.

Gradación ascendente del trabajo de la Legión


Por FRANK DUFF




El problema de la naturaleza del trabajo de la Iglesia se presentó ya en sus comienzos. El mandato de Nuestro Señor en el Monte Olivete fue el de que sus discípulos marcharan por todo el mundo y tratasen de comunicar el Evangelio a todos los hombres. Esto era claro. Los discípulos no lo vieron de otra manera y actuaron de acuerdo con él. Pero vemos por los Hechos de los Apóstoles (6, 1-6) que esto creó un problema. Fue el del cuidado de las viudas y de aquellos que necesitaban de la caridad. Los misioneros del Evangelio no tenían tiempo para ese trabajo, aunque era importante. El tremendo juicio que emitieron los doce Apóstoles fue: "No es de desear que abandonemos la Palabra de Dios y sirvamos a las mesas". El remedio al que se recurrió fue la ordenación de diáconos que atendiesen a esto.

Desde el mismo origen de la Iglesia se tenía esa distinción entre los trabajos, tal como se le presentaban a ella. Primero: El trabajo esencial y característico de la Iglesia, la comunicación del Evangelio. Segundo: El cuidado y la recuperación de los hermanos más débiles. Tercero: El cuidado de las necesidades físicas.

Ahí tenemos la misma clasificación que el Concilium estableció hace no mucho, con la excepción de que la Legión no se dedica al tercer grupo de trabajo, la distribución de ayuda material, que ha sido asumida por otras sociedades y por organismos del estado. La Legión debe hallarse haciendo frente a sus problemas con un espíritu exactamente igual al de la primitiva Iglesia, es decir, que se debe atender debidamente al trabajo fundamental de la conversión, y después de eso a las otras tareas; siempre con tal de que sobren elementos humanos para ellas después de atender al trabajo principal. Si concedemos a las tareas menores una importancia igual, nunca habrá mano de obra suficiente para la conversión. Esta debe ser la mente de la Legión. Si los diversos lugares no quieren poner en marcha esta política, entonces no tienen la mente de la Legión.

¿Qué pensaríamos realmente si, en ese pasaje de los Hechos de los Apóstoles, leyésemos que la decisión que entonces tomaron había sido la de llamar a los Apóstoles de sus tareas apostólicas del extranjero y cancelar la evangelización del mundo, ya que las viudas necesitaban cuidado? La idea sería absurda, pero eso es de hecho lo que la mayor parte de la Iglesia está haciendo hoy, y la Legión ha sido apresada en esa tendencia en una gran medida. Precisamente hemos invertido el orden debido en nuestro apostolado. Primero estamos cuidando y consolando; en segundo lugar estamos atendiendo a los descuidados y alejados; y solamente en tercer lugar atendemos al trabajo de los trabajos: la conversión.

Hay que admitir que ha habido una diferencia entre la postura de la Legión y la de los primeros cristianos. El Señor advirtió a éstos con toda urgencia que tenían que ir a convertir. Eso establecía la pauta y la prioridad. Colocaba el supremo trabajo en primer lugar, como si no hubiese otro. Dejaba para el futuro el problema de las otras ocupaciones de la Iglesia que pudieran presentarse. Ese fue el principio sobre el que se inició la Iglesia.

Las cosas fueron distintas con relación a la Legión. Su curso fue determinado por las circunstancias. Comenzó en un ambiente católico y en condiciones de gran pobreza que monopolizaban la atención de todos los trabajos apostólicos. Como los protestantes eran relativamente pocos en número, apartados sicológicamente del pueblo, considerados como imposibles de convertir, no fueron inicialmente considerados como parte del problema de la Legión. Eso redujo el problema general a la conservación de la fe, que era un problema agudo debido a la amplitud de la campaña de proselitismo. Representa un avance inmenso y realmente asombroso el hecho de que la Legión recién nacida dejase de lado valientemente el programa de ayuda material, que absorbía a todos los demás, y se propusiese la edificación del pueblo en la fe. Consideró como algo que entraba dentro de esa categoría la visita de los que no estaban en peligro de perder la fe, pero necesitaban un apoyo y consuelo espiritual.

Este fue el primer molde que formó a los primeros legionarios. Dondequiera que se iniciaba la Legión, ése era el modo de actuar. Solamente cuando se va produciendo un desarrollo mayor, el trabajo en favor de la fe alcanzó una dimensión más profunda que la de conservar esta fe. Evidentemente la comunicación de la fe debería tener un primer lugar. Esa comprobación, por así decir, despojó a la Legión de sus vestiduras de niño y colocó su programa totalmente en línea con el mandato de Nuestro Señor. El primer molde incompleto quedaba así perfeccionado. Esto fue unos diez años después del comienzo de la Legión.

Pero la vieja idea tardó bastante en desaparecer. Los mismos trabajos emprendidos por los primeros legionarios continuaron siendo imitados como si ésa fuese la norma. Como estos trabajos ocupaban a los socios disponibles, los legionarios en la mayoría de los lugares no avanzaron a la etapa siguiente para levantar sus ojos y contemplar las mieses maduras para la conversión.

Esto ha producido una situación generalmente anómala. A pesar de las súplicas insistentes del Concilium, la mayor parte del trabajo de los legionarios va dirigido a la conservación de la fe y, aún menos que a eso, a los trabajos a los que antes nos hemos referido bajo un título algo minimizador de confortar y consolar. Y como es difícil permanecer firme en una cuesta resbaladiza, tenemos dificultad incluso para apartar a los legionarios del humanismo.

Prevalece el hecho desalentador de que, en muchos países donde la gran mayoría no es católica, la Legión está prestando poca atención a ese aspecto e incluso desatendiendo el trabajo que pudiera ser considerado como necesario para la fe. Se está limitando a llevar ayuda y consuelo a los que no tienen necesidad de esa ayuda o consuelo. La Legión de una gran ciudad es calificada como una organización para visitar las clínicas de la clase alta. En otra ciudad a un legionario que había llevado a un posible converso al sacerdote le dijo éste que el trabajo de la Legión era visitar a los enfermos y ancianos, no el de convertir. En esto la Legión esta siendo caricaturizada y mal utilizada.

Una persona muy importante, el difunto P. Simón Harrington, entonces Superior General de la Sociedad de Misioneros Africanos, vio esto claramente como consecuencia de sus movimientos misioneros. Nos declaró que la Legión representaba un don providencial para los misioneros capacitándolos para llegar a las muchedumbres, pero que estaba siendo mal empleada. Se estaba dedicando a tareas domésticas, y éstas estaban monopolizando a sus personas. Veía la inutilidad de decir simplemente a los legionarios que deberían dirigirse a los paganos. La respuesta sería que no sobraban socios para dedicarse a esa tarea suplementaria. Como si la comunicación de la fe a los que no la tienen no fuese más que algo adicional, un embellecimiento de la Iglesia.

Por eso la súplica que nos hacía era la de que se volviese a afirmar el programa de Nuestro Señor y que se insistiese en él. La conversión era el primer trabajo y todos los demás eran solamente secundarios. Mas él también afirmaba que esta proposición era escuchada, pero no puesta en práctica. Por eso su plan consistía en que ningún praesidium en campo de misión se debería comprometer en nada más que en la conversión. Las tareas domésticas deberían ser dejadas de lado, incluso los alejados que habían tenido su oportunidad y probablemente volverían a tener más. No de otra manera -afirmaba- se podrían poner las cosas en una debida perspectiva si no era por este procedimiento drástico. Si por casualidad llegase a haber socios de más después de hacer frente de la debida manera a ese aspecto principal, podrían desde luego ser utilizados para objetivos de menor envergadura. Pero hay que establecer el principio: El principal objetivo es la conversión.

El buen sentido de todo esto es evidente. Pero hay que admitir que hay dificultades prácticas. Una es la de que sería imposible realizar tal revolución. Además muchísimos rehusarían entrar en la Legión, si su única tarea fuese la de convertir. Los católicos normales se intimidan ante ese trabajo, considerándose totalmente incapacitados para él.

Hay que recordar también que la Legión se ha propuesto el amplio objetivo de organizar a todo el pueblo católico para el apostolado y que por tanto todas las necesidades espirituales deben ser atendidas. Después de algún tiempo en las filas de la Legión, la confianza y la disciplina habrá penetrado en ellos y los socios podrán ser empujados a trabajos más altos. Por eso no entra dentro del programa de la Legión el que la conversión deba eliminar todos los demás trabajos. La Legión debe continuar atendiendo a toda necesidad que tenga relación con las almas, con tal de que no sea en detrimento del trabajo primario de la Iglesia. El trabajo de conversión debe emprenderse como el de primer orden. Si no es ésta su valoración oficial, es probable que se convierta de hecho en la última tarea, dada su supuesta dificultad.

La conversión es el trabajo clave desde otro punto de vista. Es vital en el sentido de que, si se desprecia, se producen ciertas reacciones sicológicas. Estas desvían el espíritu católico y producen un efecto desastroso en todos los aspectos de la vida. Quedando debilitado el móvil católico, no se resiste al mundo, a la carne y al demonio; y cada una de las almas se convierte en un problema, no en un capital. Esto se sigue como consecuencia inexorable cuando uno ve que a los que están fuera de la Iglesia no se les busca con el propósito de hacerlos entrar en ella. Pues entonces la conclusión inevitable es que deben estar bastante seguros donde se encuentran. Esa sugerencia, aunque no resiste un análisis minucioso, ha desfondado realmente a la Iglesia. Equivaldría a decir que Dios ha establecido otros canales de salvación además de la Iglesia Católica. ¿Por qué, pues, esforzarnos desesperadamente por las almas que están en otros carriles que pueden irles mejor?

¡Irles mejor! Tal sugerencia es monstruosa. Supondría que la Iglesia no es algo esencial y posiblemente no se adapta a esas otras almas. A eso equivaldría una proposición así, y sería un atropello a nuestros criterios. Pero eso es lo que se propone hoy en esferas católicas más altas. Por ejemplo, ¿qué habrá que pensar de la afirmación siguiente, que procede de una de las más importantes diócesis del mundo? Dice: "Para algunos el mensaje de Dios se transmite de manera más clara por medio de la comunidad conocida como Iglesia Católica: para otros, por alguna comunidad protestante: para otros, por fin, por alguna comunidad de culto no cristiana."

Esa afirmación coloca a la Iglesia como si no fuese más que uno de los medios por los que Dios imparte su Verdad. Llega a decirse que para comunidades completas el mensaje de Dios se comunica por su propia confesión no católica e incluso no cristiana más claramente que por medio de la Iglesia Católica.

Se concede esta credencial a aquellas otras iglesias, a pesar de que algunas de ellas permiten a sus miembros mantener principios que son totalmente ajenos a la moralidad y fe católicas. Esa sugerencia de igualdad es una negación total de la Iglesia. Si se acepta, haría irracional cualquier sacrificio o gran esfuerzo hacia la conversión, pues ello equivaldría a llevar a una persona a un grupo equivocado en el que recibiría el mensaje menos claramente.

Una protesta contra esta afirmación enviada a esa alta esfera en cuestión obtuvo la respuesta de que la afirmación representaba una interpretación correcta del Decreto sobre Ecumenismo.

Ahora mirad a los Apóstoles o a cualquiera de sus sucesores entre los santos, que gustosamente se esforzaron durante toda su vida y dieron sus vidas para convertir a una sola alma, y juzgad cómo se halla en total desacuerdo con ellos esa horrible declaración.

Recordad, no obstante, que en la mayor parte del mundo está en auge una mentalidad semejante a esta de la Declaración y ha parado el trabajo de conversión tan eficazmente como se cortaría la corriente eléctrica al girar un interruptor.

Repito: ¿Qué efecto está teniendo esa actitud en el individuo católico? Vuelvo a decirlo: Está arruinando su fe, privándola de toda influencia en toda su vida, convirtiéndolo en presa de cualquier viento que sopla. Por eso es tan importante dar al trabajo de conversión su verdadero lugar, lo cual significa dar a la Iglesia su debido lugar. Y esto a su vez significaría que la Iglesia podrá ejercer toda su fuerza en nuestras vidas. Por esta razón de más la conversión es el trabajo de los trabajos. Por eso pongo ante vosotros este gran principio: Moveos una pulgada en nuestra fe hacia esas otras iglesias y os habréis apartado peligrosamente de la Iglesia.

La dura realidad es que nuestro propio espíritu católico está en juego. Hay que tonificarlo. Debemos ver a la Iglesia como la ciudad colocada sobre el monte, la cual no puede ocultarse (San Mateo 5, 14), es decir como la auténtica y la única revelación verdadera de Dios. Eso solo da a la Iglesia su valor, y entonces solamente la Legión, de igual manera, se convierte en algo que vale la pena. Muchos de la Legión ven las cosas así y son impulsados a vivir sus vidas conforme a ello y hacen grandes sacrificios. Ese espíritu hay que llevarlo a todos. El solo hace la vida comprensible y soportable.

Después, y a la luz de esto, tenemos que abordar cada uno de nuestros trabajos con objeto de determinar su debida importancia. Si hay trabajos importantes que no se están haciendo, evidentemente debemos emprenderlos. Si los trabajos no son suficientemente vitales o no son esenciales, debemos dejarlos; sería intolerable asignar para tales cosas legionarios que estuviesen capacitados para cosas mejores. Si las tareas las pueden hacer legionarios de tercer grado, sería una pérdida emplear en ellas legionarios de primer grado. Habría que hacer un esfuerzo para que los legionarios acometan empresas mayores de las que son capaces. ¿No debería considerarse a todos los buenos legionarios desde este punto de vista para conseguir más de ellos, no necesariamente tiempo, sino calidad de trabajo o capacidad de organización? Muchos legionarios que hacen un trabajo corriente son puntales en nuevos trabajos vitales.

El Manual insiste en que una finalidad de la Legión es urgir a sus miembros. Yo no diría que esto se está intentando en general. Ante nosotros hay socios que están haciendo las mismas sencillas tareas que se les confió cuando ingresaron en la Legión hace veinte años o más. Eso representa una actuación muy fiel y entregada, pero ¿no contiene un elemento de prolongada niñez? Pues evidentemente tal legionario ha conseguido la capacidad de hacer algo mejor y debería ser utilizado en ese sentido.

Por otra parte, vemos además a socios que solamente cumplen los requisitos y a veces ni eso siquiera. Son irregulares en asistir a sus reuniones, y su trabajo es insuficiente. Con todo, se tolera esto, probablemente pretextando que el praesidium no podría sufrir su pérdida o que medio pan es mejor que nada. No se tiene en cuenta que tales socios están arrastrando a otros a su manera pobre de comportamiento y están representando en la vida real la historia de la manzana podrida que al fin corrompió todas las buenas de la cesta.

Un praesidium puede estar tan inmerso en su tarea normal semanal que olvide que su camino debería ser siempre hacia adelante y hacia arriba. Muchos no buscan mejorar en forma alguna. Las curias existen con el objeto de cuidar de que los praesidia se realicen a sí mismos. No creo que en conjunto lo estén haciendo así. Las visitas de sus praesidia es de inspección solamente. Si un praesidium está realizando un buen trabajo rutinario, se considerará aceptable. Temo que no se da lo que podría llamarse un nivel más alto de pensamiento por parte de la Curia en nombre de los praesidia. No creo que haya una fuente de inspiración que fluya de las curias. Tampoco del praesidium a la curia, como debiera ser. En teoría, todos los praesidia deben estar dando ideas a la curia, que ésta a su vez trataría de comunicar a todos sus praesidia. En muchos casos lo más que se pretende es una mera eficacia. En consecuencia, la curia no se está animando así misma, ni a sus praesidia, y esto, en teoría, indicaría que tiende a languidecer. Si esto sucede, su papel -en la Legión se habrá invertido de forma que, si algunos de sus praesidia florecen será a pesar de la curia. A veces los postes indicadores de dirección de la Legión están torcidos, de forma que nadie sabe el camino debido.

Demasiado patente queda en las Reuniones de Curia el deseo de divertir más bien que el de presentar a la Legión. El baile amenaza absorber todo lo demás; y tiene que haber una comida cara. Esto último contradice una de las finalidades especiales de la Legión, a saber, la de que todos los estratos de población, incluyendo a los más bajos, sean llamados a ingresar en la Legión.

¿Podría ser que la presencia de estos defectos indique un envejecimiento de la Legión, una disminución de capacidad y ambición? No creo que sea éste el caso. Lo contrario prueban otras cosas que están sucediendo ante nuestra vista. Se ensayan nuevos trabajos y tareas de conversión cuando se señala su oportunidad. Se están realizando proezas llenas de dinamismo en favor de las almas. Muchos legionarios están dispuestos a enfrentarse con cualquier cosa, pero se comete el error de no ser capaces de ver la abundancia, la universalidad de este espíritu noble. Al no ser percibido, no se le presta atención.

El objetivo de la Legión es la movilización de todo el pueblo para el apostolado. Esta idea debe ser aplicada con una atención total a su significado, que no es la de una mera reunión de material, sino el hallazgo del mejor empleo de cada individuo. Además debe ser un proceso continuado debido a la creciente capacidad de los socios. Las tareas menos exigentes deberían ser asignadas a los menos jóvenes o a los menos fuertes, o a los juveniles.

Otra vez hay que insistir en que la movilización legionaria debe alcanzar hasta las secciones de los débiles y que se debe hallar una tarea apropiada para cada uno. Tened en cuenta que el Concilio Vaticano declaró que todos los católicos deben ser apóstoles y no eximió a los débiles o a los muy ocupados. Por lo tanto, la Legión debe encontrar puestos de trabajo para ellos. Las tareas más fáciles deben ser reservadas a ellos y no a los legionarios que están capacitados para empresas mayores.

He estado recalcando la necesidad de tener en cuenta el avance de cada legionario. Pero ¿puede darse por supuesto tal avance? La primera respuesta a esto es que la práctica debe proporcionar un progreso. Normalmente los hombres de negocios ganan destreza según pasa el tiempo. Pero en los socios de la Legión se ventila más que la destreza humana. El socio está todo el tiempo penetrando más íntimamente en las doctrinas vitalizadoras de la Iglesia: la Eucaristía y la Misa, el Cuerpo Místico, María y el Espíritu Santo; y está acoplando ese conocimiento con el trabajo práctico de la Legión. Esto tiene que representar un crecimiento en todas las direcciones. Seria una grave pérdida para el mundo de las almas que todo ese creciente poder no se usase plenamente. No obstante, vemos a legionarios empleados en trabajos minúsculos. El resultado es que la Legión funciona en una fracción de su potencialidad. Su gran fuerza está siendo mal aplicada. A esta locura el Manual aplica el verso de Byron referente a la estaca de Hércules que se empuña para aplastar una mariposa o matar un mosquito. 

Acabo de leer el informe de un Praesidium cuyo único trabajo es entretener a los internos de una residencia de ancianos dirigida por monjas. En esa misma ciudad hay cientos de miles de no católicos a quienes nunca se han dirigido los católicos.


San Luis María de Montfort

Patronos de la Legión de María


San Luis María de Montfort
Entre los principales patronos de la Legión de María. Fundó el primer presidium hace 92 años, para ser exactos, atraído por la maternidad de la Virgen María. Se encargó de fomentar las bases del apostolado en un servicio desinteresado por la humanidad, en especial, la sufrida y maltratada.
Inspirado por el Espíritu de Dios, creó jaculatorias importantes dedicadas a la doncella de Nazaret. Fue una bendición acordar aquella primera reunión donde apenas participaron unos ocho o nueve miembros.  Casi un siglo después son miles de millones los integrantes.
"No sólo fundador, sino también misionero. Y más que misionero, porque aún hay otro aspecto: es doctor y teólogo, que nos ha dado una mariología como nadie antes de él la había concebido.
Tan profundamente ha explorado las raíces de la devoción mariana, tan ampliamente ha ensanchado sus horizontes, que ha venido a ser indudablemente el gran previsor de todas las manifestaciones modernas de María: desde Lourdes hasta Fátima, desde la definición de la Inmaculada Concepción hasta la Legión de María.
Se constituyó él mismo en mensajero de la venida del reino de Dios por medio de María, y en pregonero de aquella tan deseada salvación que en la plenitud de los tiempos traerá al mundo la Virgen Madre de Dios por su Inmaculado Corazón", dijo el cardenal Federico Tedeschini, antiguo arcipreste de San Pedro, en el discurso a propósito del descubrimiento de la estatua de San Luis María de Montfort en la basílica de San Pedro, el 8 de diciembre de 1948.

Fuente: Diario el Impulso
martes, 24 de septiembre de 2013

martes, 24 de septiembre de 2013

Enfermos y encarcelados

(Santiago 2, 17), el compartir entre los hermanos legionarios alcanza su plenitud, cada vez que juntos acuden a visitar a los enfermos, encarcelados y prestan su servicio con los más necesitados.

Los sacerdotes Antonio La Rocca y Javier Alson, fundadores de la Asociación de Fieles María Corredentora de la Paz, con sede en Yacural, parroquia Santa Rosa, son fieles colaboradores de la Legión de María en la Arquidiócesis de Barquisimeto y en las Jornadas Marianas anuales siempre exhortan a una dedicación sincera hacia los desposeídos.

Asistir a los convalecientes cuando, incluso, familiares y amigos le dan la espalda, forma parte del ejercicio espiritual que hacen los llamados al servicio de la legión. Evangelizar a los privados de libertad y hacer del rosario una puerta para acercar a los fieles a Dios, de la mano con María, es otra de las grandes misiones encomendadas.




Fuente: Diario el Impulso
martes, 24 de septiembre de 2013

Legión de María, apostolado de casi un siglo de lucha contra el mal

Están revestidos de la armadura de Dios. Los integrantes de la Legión de María, un apostolado netamente mariano que en septiembre de este año, cumplirá 92 años de trayectoria, saben bien de la devoción hacia la llena de gracia y el amor especial hacia la Virgen los hace semejantes a ella: sirven a Cristo con verdadera entrega.
No importa la edad. Desde semilleros, conformado por niños, hasta adultos, pueden participar del servicio legionario, contribuyendo a la tarea evangelizadora de la Iglesia Universal. Disciplina y voluntad son esenciales para este ministerio. De lo contrario, difícilmente podrá superar las adversidades del camino.
La Legión de María fue inspirada en la antigua legión romana, como expresa el propio manual que los orienta en las juntas semanales celebradas por cada Preasidium (nombre que recibe el grupo de legionarios amparado por una advocación mariana. Ejemplo: Preasidium Reina de la Paz).
Es el ejército de María, que de la legión romana, apenas toma como modelo la organización. En realidad, el basamento del espíritu apostólico que practican está resumido en Efesios, capítulo 6, desde  el versículo 13 al 17: "Por eso pónganse la armadura de Dios, para que en el día malo puedan resistir y mantenerse en la fila valiéndose de todas sus armas.
Tomen la verdad como cinturón y la justicia como coraza; estén bien calzados, listos para propagar el Evangelio de la paz. Tengan siempre en la mano el escudo de la fe, y así podrán atajar las flechas incendiarias del demonio. Por último, usen el casco de la salvación y la espada del Espíritu, la Palabra de Dios”.
La junta semanal, previamente autorizada por el párroco o vicario de cada iglesia, además de tomar el rosario como una de las oraciones predilectas para encomendar a Dios y a la Santísima Virgen, las intenciones de la comunidad, sirve para avivar la fe de cada uno de los integrantes.
Sin embargo y, como reseña la Palabra de Dios, una fe sin obras es una fe muerta.


Fuente: Diario el Impulso
martes, 24 de septiembre de 2013
Escrito por Kemberling Rodríguez

lunes, 25 de marzo de 2013

San Pedro y la Legión



Desde la fiesta de Nuestra Señora de Lourdes, el día en que el Papa Benedicto XVI anunció que renunciará a su cargo como sucesor de San Pedro, he estado pensando mucho en San Pedro y en lo bendecidos que han sido los sucesores del gran apóstol de los tiempos modernos. En estos días especiales me llevó a reflexionar sobre San Pedro y su lugar en la espiritualidad de la Legión.

Pedimos la intercesión de San Pedro en todas nuestras reuniones de la Legión, pero hay mucho más que una simple invocación detrás de la plaza de San Pedro en la Legión. Hay un rico filón de espiritualidad que se encuentra en el relato del Nuevo Testamento de la plaza de San Pedro en la vida de Cristo y de la Iglesia primitiva. Sin duda, es importante que se le menciona por su nombre 191 veces en el Nuevo Testamento, que es más a menudo que todos los demás apóstoles juntos.

El Manual pone la razón por la que San Pedro es uno de los Patronos de la Legión de manera muy sucinta: "En la invocación de San Pedro, expresamos una vez más la lealtad de la Legión a Roma, el centro de nuestra fe, la fuente de la autoridad, la disciplina y la unidad. "Es impensable que San Pedro no sea una figura clave y central en el ethos espiritual de la Legión.

Hoy quiero centrarme en tres cuestiones que Nuestro Señor puso a San Pedro y que Él pone a cada uno de nosotros también. En primer lugar, en Cesarea de Filipo, preguntó: "¿Quién dicen ustedes que soy yo?" Esa es la pregunta fundamental en el Nuevo Testamento y en nuestra propia historia personal y la historia del mundo. Pedro respondió: "Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente." Esa es la fe de todos los discípulos de Jesús y de la roca sobre la que está edificada la Iglesia y, por supuesto, la base de la Legión. Esa es la virtud que era tan fundamental a María: "Dichosa por que has creído." Es el regalo que cada legionario pide y sigue pidiendo a Dios y a María. María nos lleva a la fe en Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre. Jesús no es alguien que encaja en la mejor forma que podamos en nuestras vidas, porque Dios no es sólo una figura en nuestras vidas, entre muchos otros, no, él debe estar en el centro de nuestras vidas, en torno al cual gira todo lo demás. La fe no puede ser practicada sólo en determinados momentos o lugares, sino que debe animar toda nuestra existencia personal.

La segunda pregunta que Nuestro Señor pone a Pedro es: "¿Por qué dudaste?" Tú conoces bien la historia. Los apóstoles estaban teniendo un momento difícil en el mar cuando Nuestro Señor se apareció a ellos caminando sobre el agua. Estaban aterrorizados pensando que podría ser un fantasma. Entonces Pedro tomó la palabra: "Señor, si eres tú manda que yo vaya a ti sobre las aguas." Y Jesús dice: "¡Ven!" Y Pedro camina sobre el agua, pero entra en pánico y comienza a hundirse. Jesús le rescata y le hace la pregunta radical que se dirige también a ti y a mí: "¿Por qué dudaste?" Jesús es el Señor de lo humanamente imposible y nos pide confianza absoluta en él. María le dijo a Gabriel que nada es imposible para Dios y ella cree eso y se convierte en el ejemplo de la virtud teologal de la esperanza. La Legión de María pide una participación en su confianza incondicional en Dios. Es bueno que recordemos sobre todo en estos días que la Iglesia es de Cristo y de hecho es el Cristo resucitado que vive y actúa en y a través de nosotros en su Cuerpo Místico. No tenemos ninguna razón para temer o dudar. Estamos llamados a ser personas de esperanza y de alegría incondicional en Cristo, no importa lo difícil que nuestras circunstancias puedan parecernos.

La tercera pregunta que Jesús pone a Pedro viene conmovedora de las profundidades de su Sagrado Corazón: "¿Me amas?" Esta pregunta es tan importante que el Señor le pregunta tres veces a Pedro. Esta conversación entre Jesús y Pedro es uno de los diálogos más conmovedores del Nuevo Testamento. Nuestro Señor está haciendo un punto sumamente importante: antes de que Pedro pueda alimentar a los corderos y a las ovejas, él debe amar a Jesús y verdaderamente, amar a la Iglesia. El amor debe ser el origen y el motivo de toda la actividad pastoral de la Iglesia. La virtud teologal de la caridad es el alma de todo apostolado. Una vez más vemos a María como ejemplo de la virtud de la caridad. Por eso, uno  de los tesoros de la Legión de María, es el título Corazón Inmaculado. Ella puede ser definida en términos de la abnegación absoluta de su corazón maternal: su amor por Jesús y sus hermanos en su Cuerpo místico.

Incluso en esta reflexión muy breve sobre el mensaje del Evangelio en la vida de San Pedro vemos la centralidad de las virtudes teologales en la vida de un auténtico discípulo de Jesús. Estas tres virtudes nos sumergen directamente en la vida íntima de Dios, la vida interior de la Iglesia de Cristo. En la oración conclusiva de la Tessera oramos por estos tres grandes regalos. Constituyen la más profunda vida de la Legión. San Pedro intercede por todos nuestros legionarios en todo el mundo para que realmente puedan vivir las grandes virtudes de la fe, la esperanza y sobre todo el amor,

Allocutio Legión de María
 Por el p. Bede McGregor OP
Director Espiritual de la Legión de María
Dublín - Irlanda
febrero 2013

El compromiso ecuménico



El Año de la Fe ya está en marcha. Nos ha pedido el Papa Benedicto XVI celebrar de manera especial el 50 aniversario del lanzamiento del Catecismo Universal de la Iglesia Católica. Hoy quiero reflexionar sobre el ecumenismo como uno de los grandes temas y compromisos del Concilium y sugieren que la Legión en todo el mundo deben renovar y comprometerse de nuevo en esta tarea sublime, pero difícil. Pero en primer lugar quiero subrayar la importancia de todas las enseñanzas del Concilio para el presente y futuro de la Legión.

Recordamos las palabras del Beato Juan Pablo II en su encíclica sobre el ecumenismo, Ut Unum Sint, para que todos sean uno: "la mejor preparación para el nuevo milenio sólo se puede expresar en un renovado compromiso lo más fiel posible, de la aplicación, de las enseñanzas del Vaticano II en la vida de cada persona y de toda la Iglesia.  "Luego, en su primer mensaje a la Iglesia el Papa Benedicto XVI cita el testamento espiritual del Beato Juan Pablo II:" Estoy convencido de que por mucho tiempo las nuevas generaciones podrán servirse  de las riquezas que este Concilio del siglo 20 nos dio a nosotros "Luego añade:« También yo, cuando me preparo al servicio que es propio del Sucesor de Pedro, quiero reafirmar con fuerza mi decidida voluntad de proseguir en el compromiso del Concilio Vaticano II, en continuar con la tradición milenaria de la Iglesia. "Así que el imperativo de poner en práctica el Concilio Vaticano II se une a toda la Iglesia y la Legión debe ser entusiasta para hacer lo mismo.
Recordamos que nuestro Fundador fue invitado en calidad de observador ante el Concilio por el mismo Papa Pablo VI, y cómo él estudió con diligencia los documentos del Concilio. Él fue sin duda un hombre del Concilio. La última edición del Manual salida antes de su muerte fue enriquecida con muchas citas de los documentos del Concilio. Pero somos conscientes de que el Concilio fue interpretado de muchas maneras diferentes y, a veces con efectos muy nocivos para la Iglesia. Estas aberraciones perturbaron a Frank Duff, como se desprende de muchas de sus cartas entre 1965 - 1980. Pero él se regocijó con las enseñanzas del Concilio sobre todo sobre María. El secreto de su serenidad en medio de esta confusión fue su total fidelidad a la enseñanza conciliar y post-conciliar del Magisterio de la Iglesia. Esto siempre debe ser el secreto de la Legión. Debemos crecer y desarrollarnos en armonía con la enseñanza auténtica de la Iglesia.

Ahora vamos a considerar la enseñanza de la Iglesia sobre el ecumenismo. Las palabras de apertura en el documento del Concilio sobre el ecumenismo son: "La restauración de la unidad entre todos los cristianos es una de las preocupaciones principales del Concilio Vaticano II". Luego pasa a decir acerca de las divisiones entre los cristianos: «Ciertamente, estas divisiones están en abierta contradicción a la voluntad de Cristo, escandaliza el mundo y perjudica a la causa santísima de la predicación del Evangelio a toda criatura. "

Así, en primer lugar tenemos que estar convencidos de que la unidad cristiana es una tarea primordial de la Iglesia y de cada cristiano. El Beato Juan Pablo II lo resume de la siguiente manera: "Por tanto, es absolutamente claro que el ecumenismo, el movimiento a favor de la unidad cristiana, no es sólo una especie de apéndice que se añade a la actividad tradicional de la Iglesia. Más bien el ecumenismo es una parte orgánica de toda la vida y el trabajo, y por lo tanto debe impregnar todo lo que ella es y hace. "Así también para Legión el ecumenismo no es sólo una de las muchas actividades de la Legión, sino debe pertenecer a su alma y ser una dimensión de todo lo que ella piensa y se compromete. Ese fue ciertamente el caso de nuestro Fundador.

En segundo lugar, tenemos que participar al menos en lo que el Concilio y los últimos Papas han pedido que consiste en tres cosas importantes "ecumenismo espiritual".: En primer lugar, debemos orar por la unidad cristiana no sólo durante el Octavario de oración sino siempre. Debe ser una parte integral de nuestra vida de oración. Esto es lo que Nuestro Señor mismo hizo. Poco antes de morir oró fervientemente al Padre para que todos fuéramos uno y luego él dio su vida por la unidad cristiana. La unidad es un don de Dios y no es un logro puramente humano por medios puramente humanos. Nos alegramos de todo lo que ya se ha logrado en la actividad ecuménica, nos hemos dado cuenta cada vez más que tenemos más en común de lo que nos divide, pues la dura experiencia nos ha enseñado también las inmensas dificultades y obstáculos que quedan. En resumen, debemos rezar incesantemente por el don de la unidad de los cristianos de todos los cristianos.

Por supuesto, debemos tratar de conocer nuestra fe católica tan plena y profundamente como sea posible para que podamos compartir con nuestros hermanos separados. A continuación, la mayor parte de todo lo que ambos tenemos que trabajar es en nuestra conversión cada vez más profundamente a Cristo porque al acercarnos más a Cristo necesariamente nos acercamos el uno al otro. La conversión es la tarea más fundamental del ecumenismo.

¿Dónde viene María a encajar en este imperativo ecuménico? Pues bien, durante el Concilio el Papa Pablo VI declaró a María como la Madre de la Iglesia, y como Madre su mayor dolor son las divisiones en el Cuerpo de Cristo, su Hijo. La unidad es un deseo evidente del Corazón de María. Por lo tanto, debe ser una parte esencial de toda verdadera devoción a ella. María es también el modelo sublime de la actividad ecuménica. Ella es la gran oyente de la Palabra de Dios. Ella continuamente reflexiona sobre lo que escucha. Ella es totalmente cristocéntrica, ella no sólo es la Madre de Cristo desde su maternidad ella ha sido inspirada por el Espíritu Santo y está llena del Espíritu Santo, que es la fuente última de toda la unidad. Y si pensamos que la tarea del ecumenismo es imposible, ella aprendió en la anunciación de que nada es imposible para Dios. Y, por último, que es pre-eminente la humildad que es una de las condiciones previas para un verdadero ecumenismo. El Papa Benedicto habla tan bien de su humildad: "Mi alma glorifica al Señor (Lc 1:46). En estas palabras se expresa todo el programa de vida. Ella quiere enaltecer a Dios, no a sí misma. Ella es humilde: su único deseo es ser la esclava del Señor (Lc 1:38). Es una mujer de esperanza, María es una mujer de fe, María es una mujer que ama. Lo vemos en la humildad con que aceptó ser como olvidada en el período de la vida pública de Jesús. (Deus caritas est n. 41). De modo que el espíritu de María es el ejemplo perfecto de toda actividad ecuménica auténtica


Allocutio del p. Bede McGregor O.P.

Director Espiritual de la Legión de María
enero 2013