CAPITULO 16
GRADOS ADICIONALES DE LOS SOCIOS
Además del grado ordinario de socio activo reconoce la Legión otros dos grados: los pretorianos y los auxiliares.
1. LOS PRETORIANOS
El pretoriano* es un grado superior entre los socios activos, y comprende a los que, además de las obligaciones comunes del socio activo se compromete: 1). a rezar diariamente todas las preces incluidas en téssera de la Legión; 2).a oír misa y comulgar todos los días. El temor de no poder oír misa y comulgar todos los días rigurosamente, sin faltar nunca, no es razón para desistir del empeño en tomar sobre sí el grado de pretoriano; pues nadie puede estar seguro de cumplir con tanto rigor. Todo aquel que, por regla general, no falte más que una o dos veces a la semana puede inscribirse sin temor; 3). El rezo diario de un oficio aprobado por la Iglesia, especialmente el Oficio Divino o parte importante del mismo, por ejemplo, laudes y vísperas. Se ha aprobado un breviario más corto que contiene estas horas con el Oficio de la Lectura.
A veces se propone reemplazar o alternar el oficio con la meditación, pero eso no estaría en conformidad con el servicio pretoriano: unir al legionario a los actos solemnes y oficiales del Cuerpo místico. El trabajo activo del legionario es una participación en el apostolado oficial de la Iglesia. El pretoriano trata de entrar más profundamente todavía en la vida comunitaria de la Iglesia, y, por lo tanto, hay que imponerle la obligación de la misa y la sagrada comunión, por ser éstos los actos litúrgicos centrales de la Iglesia, que renuevan diariamente la acción cristiana por excelencia.
En la liturgia viene en segundo término el oficio, la voz comunitaria de la Iglesia, en la que resuena la oración de Cristo. En cualquier oficio construido a base de los salmos, empleamos oraciones inspiradas por el Espíritu Santo, y nos acercamos a aquella voz eclesial que tiene que ser oída por el Padre. Por esto se prescribe el oficio- y no la meditación- como condición esencial de todo miembro pretoriano.
"Conforme se desarrolla en nosotros la gracia- dijo a sus legionarios el arzobispo Leen -, nuestro amor ha de expresarse en formas nuevas". El rezo de todo el oficio divino sería, para los que están en condiciones de hacerlo, muestra de esta expansión de amor.
Pero téngase en cuenta lo siguiente:
a) El socio pretoriano no se distingue de los demás socios activos más que en grado; no constituye una unidad orgánica por separado. Por lo tanto, no deberán fundarse praesidia especiales para los pretorianos.
b) El grado pretoriano ha de considerarse como un contrato privado de cada legionario, nada más.
c) Cuando se trata de ganar socios para este grado, está prohibido recurrir a medios que impliquen la más mínima coacción moral. Y aunque se pueda y se deba exhortar frecuentemente a los legionarios a emprender el servicio pretoriano, no se tomarán ni mencionarán los nombres en público.
d) El legionario se hace pretoriano mediante la inscripción de su nombre en un registro particular.
e) Los directores espirituales y presidentes procurarán aumentar el número de sus pretorianos; pero, a la vez, mantendrán relaciones con los ya existentes, para cerciorarse de que siguen fieles a sus obligaciones.
Si el director espiritual tuviera a bien permitir la inscripción de su nombre en el registro pretoriano, realzaría su calidad de legionario, estrecharía los vínculos que le unen con su praesidium, y su ejemplo repercutiría favorablemente sobre el desarrollo numérico de los pretorianos.
La Legión cifra grandes esperanzas en el grado de pretoriano, porque conducirá a muchos legionarios a una vida de más íntima unión con Dios por medio de la oración; significará la incorporación en el organismo de la Legión de un corazón nuevo, todo henchido de vida sobrenatural; a ese corazón acudirán los socios en creciente número para renovarse en él; en fin, ese corazón enriquecerá la circulación espiritual de la asociación, llenándola más y más de confianza en la oración para el éxito de todas sus obras, y dándole la firme persuasión de que el perfeccionamiento cristiano de sus miembros es su principal y verdadero destino.
"Tenéis que crecer, ya lo sé, es vuestro destino; es una imposición del nombre católico; es la prerrogativa de la herencia apostólica. Pero ¿extensión material sin la correspondiente manifestación moral? Infunde casi horror sólo pensar en su posibilidad" (Cardenal Newman, Posición actual de los católicos).
2. SOCIOS AUXILIARES
En calidad de socios auxiliares pueden ingresar sacerdotes, religiosos y seglares. Son aquellos que no pueden o no quieren asumir los deberes del socio activo, pero se asocian a la Legión emprendiendo en su nombre un servicio de oración.
Los auxiliares se dividen en dos grados:
a) el primario, cuyos miembros serán llamados simplemente auxiliares;
b) el grado superior, cuyos miembros serán llamados más propiamente adjutores Legionis o, sencillamente, adjutores.
Para los socios auxiliares no hay límite de edad.
No es necesario que se ofrezca este servicio directamente en beneficio de la Legión; bastará con que se ofrezca en honor de la santísima Virgen. Se podría pensar, con eso, que la Legión no recibe nada de este servicio, ni tampoco desea recibir nada que hiciera un mayor bien en cualquier otra parte. Más, al ser éste un servicio legionario, es probable que eso incline a la Reina de la Legión a atender las necesidades de la propia Legión.
Se recomienda con especial interés, sin embargo, que este y cualquier otro servicio legionario sea ofrecido a nuestra señora como un don sin reservas, para que Ella lo reparta según su voluntad. Así se elevaría el don a un nivel más alto de generosidad, y su valor se incrementaría notablemente. Y, a fin de tener siempre este objetivo, convendría valerse diariamente de alguna fórmula de ofrecimiento, como la siguiente: "María Inmaculada, Medianera de todas las gracias, pongo a tu disposición todas mis oraciones, obras y sufrimientos".
Estas dos clases de socios auxiliares son para la Legión lo que las alas para el ave; ampliamente extendidas por su gran número de auxiliares y batiéndolas poderosamente al impulso rítmico de la fidelidad en sus oraciones, la Legión podrá remontar el vuelo hasta las regiones encumbradas del ideal y del esfuerzo sobrenaturales. Volará donde quiera con raudo vuelo, y no habrá montaña, por alta que sea, que impida su paso. Pero, si estas alas se pliegan, la Legión se irá deslizando por los suelos lenta y penosamente, y el menor obstáculo bastará para detenerla.
GRADO PRIMARIO: LOS AUXILIARES
Este grado, llamado de auxiliares, es el ala izquierda del ejército suplicante de la Legión. Su servicio consiste en rezar diariamente las oraciones contenidas en la téssera, a saber: la invocación y la oración al Espíritu Santo; cinco misterios del rosario y las innovaciones que le siguen; la catena; y, por último las oraciones finales. Se puede repartir este rezo a lo largo del día según la conveniencia de cada cual.
Aquellos que ya recen el rosario diariamente- por cualquier intención que sea -, pueden hacerse socios auxiliares sin obligación de añadir otro rosario.
“El que ora socorre a todas las almas. Socorre a sus hermanos mediante el magnetismo salvador y poderoso de un alma que cree, que conoce y que ama. Cumple el precepto de San Pablo: ofrece oraciones, súplicas y acciones de gracias en nombre de todos los hombres: lo primero que recomienda es que se hagan al Espíritu Santo súplicas y oraciones, peticiones y acciones de gracias por todos los hombres (Ef.6,18). Si deja uno de vigilar, de insistir, de esforzarse, de mantenerse firme, ¿no parece como que todo va a resquebrajarse, que el mundo entero va a sucumbir de nuevo, y que los hermanos van a sentirse con menos energía y apoyo? Verdaderamente, así es. Cada uno de nosotros, en su propia medida ayuda a sostener el peso del mundo, y aquellos que dejen de trabajar y vigilar sobrecargarán a los demás" (Gratry, las fuentes).
GRADO SUPERIOR: LOS ADJUTORES
Son el ala derecha de la Legión (suplicante). Se compone de aquellos que : a) además de cumplir los requisitos del grado primario, b) se comprometen a oír misa y comulgar diariamente y a rezar cada día alguna forma de oficio aprobado por la Iglesia.
Ver lo que se dice en el capítulo de socio pretoriano sobre el valor indudable del oficio litúrgico.
Los adjutores son -respecto de los auxiliares- lo que los pretorianos son en relación con los socios activos ordinarios. Los deberes complementarios son los mismos.
El no cumplir una o dos veces por semana las condiciones prescritas no se considera falta grave en los deberes de este grado superior.
No se exige un oficio a los religiosos no obligados a él por su regla. Hay que procurar llevar al socio auxiliar ordinario hasta el grado de adjutor, por las muchas ventajas que esta norma de vida ofrece. Lo que se dice de los pretorianos sobre la unión del legionario con la oración de la Iglesia y sobre el valor indudable de un oficio, se aplica igualmente a los adjutores.
La Legión hace un llamamiento especial a los sacerdotes y religiosos, para que se hagan adjutores. La Legión desea ardientemente asociarse con estas personas consagradas, llamadas particularmente a llevar vida de oración y de íntima unión con Dios, y que constituyen- dentro de la Iglesia- una prodigiosa fuente de energía espiritual. La maquinaria de la Legión se moverá con fuerza irresistible cuando se vea conectada de un modo eficaz con esta inapreciable fuente de energía.
Un poco de reflexión hará ver lo poco que añadiría este grado legionario a las obligaciones que ya tienen: solo la catena, la oración final de la téssera, y algunas invocaciones; cuestión de unos minutos cada día. Pero, gracias a este vínculo con la Legión, podrán llegar a ser la fuerza motriz de la propia Legión.
Recordemos la célebre frase de Arquímedes: "Dadme una palanca y un punto de apoyo, y levantaré el mundo". Unidos a la Legión los adjutores hallarán en ella ese fundamental punto de apoyo en que colocar la larga palanca de sus fervorosas oraciones, para hacerlas todopoderosas, capaces de consolar a las almas agobiadas del mundo entero, y de resolver los enormes problemas que les afligen.
“En el Cenáculo, donde la Iglesia fue formada definitivamente por la venida del Espíritu Santo, María empieza a ejercer de una manera visible -en medio de los apóstoles y discípulos reunidos- un oficio que después continuará de modo más íntimo y secreto: el de unir los corazones en la oración y vivificar las almas por los merecimientos de su intercesión todopoderosa: todos ellos se dedicaban a la oración en común junto con algunas mujeres, y María la madre de Jesús y sus parientes (Hch 1, 14)" (Mura, El Cuerpo místico de Cristo).
OBSERVACIONES GENERALES QUE AFECTAN A AMBOS GRADOS DE SOCIOS AUXILIARES
a) Servicio de complemento. La Legión suplica a los socios de ambos grados del servicio auxiliar que consideren sus deberes reglamentarios no como el máximo, sino como el mínimo de su servicio legionario; complétenlo con noble generosidad, ejercitándose a este mismo fin en otras prácticas de devoción y en las buenas obras.
A los adjutores sacerdotes les suplicamos que tengan un “memento” especial en todas las misas por las intenciones de María y de la Legión, y también, que ofrezcan el santo sacrificio de vez en cuando por esas mismas intenciones. A los no sacerdotes les exhortamos a que hagan celebrar también de vez en cuando alguna misa por esta misma intención, aunque les cueste un pequeño sacrificio.
Por generoso que se muestre el socio auxiliar para con la Legión, ésta le devuelve el ciento, el mil, el millón por uno. En esto lo mismo que al socio activo: les revela las grandezas de María, los alista en el servicio de tan excelsa Reina, les ayuda a profesar a María un verdadero amor; ventajas todas tan inmensas, que decir "el millón por uno" es quedarnos cortos en ponderar la ganancia. La Legión eleva la vida espiritual de sus socios a un plano superior, y de este modo les asegura un aumento de bienes eternos.
b) ¿Quién pude negar a María una ofrenda como esta?
Además, Ella, que es la Reina de la Legión, es igualmente la Reina del mundo y de todo lo que el mundo encierra; por consiguiente, dárselo todo a María es darlo todo allí donde la necesidad es más apremiante, donde nuestra oración tendrá la máxima eficacia.
c) Al administrar el caudal puesto así en sus manos, María Inmaculada tendrá muy en cuenta las necesidades de nuestra vida diaria, con nuestros deberes y obligaciones. Puede que surja esta pregunta: "Ah, ya quisiera yo ser socio de la Legión; pero ¿qué me queda por ofrecer como auxiliar, si se lo he dado todo a la Virgen con entrega absoluta y desinteresada o lo he ofrecido todo por almas del purgatorio, o por las misiones? A eso contestamos que sería muy bueno para la Legión contar con personas tan desinteresadas: esa ansiedad por ayudar a la Legión es ya una oración especial en su favor; es una prueba de gran pureza de intención; y una interpelación irresistible a la generosidad sin límites a Aquella que ha sido constituida administradora de los tesoros divinos. Así, pues, les aseguramos a dichas personas, que si se hacen miembros de la Legión, María corresponderá con creces, y premiará esta nueva intención sin permitir en manera alguna que se frustren las anteriores. Pues tan hábilmente actúa esta prodigiosa Reina y Madre nuestra que, después de valerse de nuestra ofrenda para socorrer a otros copiosamente, nos hace a nosotros más ricos que nunca.
Es que la intervención de María es la consecuencia de un trabajo extraordinario. Se ha producido una maravillosa multiplicación, lo que San Luis María de Montfort llama "un secreto de gracia"; y lo describe así: "al pasar nuestras buenas obras por las manos de María, reciben un aumento de pureza y, por consiguiente, de mérito y valor satisfactorio e impetratorio; y gracias a eso, resultan más poderosas para aliviar a las almas del purgatorio y para convertir a los pecadores, que si no hubiesen pasado por tan inmaculadas y generosas manos".
Todos necesitamos esta admirable transacción, por la cual se nos retira cuanto poseemos, se coloca a un interés muy alto, se invierte en obras provechosas y, por fin, se nos devuelve con creces. Y esta es la operación vital que se efectúa por la entrega a María de un servicio auxiliar fielmente cumplido.
d) Se diría que la Legión ha heredado de María una porción de su don de atraer irresistiblemente los corazones, como fruto de su permanente contacto con personas afligidas. Y, así, los legionarios no tendrán comúnmente dificultad en alistar a sus amistades en este servicio auxiliar, tan esencial a la Legión, y tan lleno de beneficios para los mismos auxiliares, con el que participan en todas las oraciones y buenas obras de la propia Legión.
e) Se ha descubierto que este servicio auxiliar tiene tan poderosos atractivos como el servicio activo. Personas que no habían pensado antes en rezar cada día el rosario, ahora cumplen con todo lo prescrito para el socio auxiliar: el rosario y todas las oraciones de la téssera. Muchas personas residentes en hospicios y otras instituciones, sumidas en el desaliento, al incorporarse a la Legión han recuperado la ilusión de vivir; y una multitud de gentes sencillas, cuyo modo de vida conduce tan fácilmente a la monotonía, y aun a la rutina en la práctica de su religión, han tomado conciencia de que, siendo auxiliares, son de importancia real en la Iglesia; es más: han tomado la Legión como cosa suya, y leen con avidez cualquier escrito sobre ella que venga a caer en sus manos. sienten que toman parte en las luchas que sostiene la Legión por el Reino de Cristo, aun en las tierras más lejanas, y se dan cuenta de que sus oraciones le están dando fuerza para pelear. Los hechos sobre nobles y emocionantes hazañas realizadas en diferentes lugares a favor de las almas, llenan sus vidas monótonas con los recuerdos de esos lejanos momentos. Aun las almas más altas requieren algún estímulo parecido a éste.
f) Todo praesidium debe aspirar a reclutar a todos los católicos del contorno para el servicio auxiliar. Si se lograra, ¡qué bien abonado quedaría el terreno para la implantación de otras empresas del apostolado legionario! Las visitas hechas con este fin serán en general bien acogidas y fructíferas, y puede esperarse una respuesta muy positiva a las mismas.
g) En la medida en que los miembros de otras asociaciones y actividades católicas sean incorporados a este servicio auxiliar, esas actividades quedan integradas para formar una unión muy de desear: una unión de súplicas, simpatía, ideales, bajo la bendición de María, pero sin comprometer en lo más mínimo su autonomía o rasgos característicos, y sin privar de sus oraciones a las asociaciones a que pertenecen. Porque conviene insistir en que estas oraciones del servicio auxiliar no se ofrecen por la Legión, sino por las intenciones de la santísima Virgen.
h) Un no católico no podrá ser miembro auxiliar ordinario. Pero, cuando se encuentra el caso- que a veces ocurre- de una persona no católica dispuesta a rezar diariamente todas las oraciones legionarias, hay que darle una téssera y animarla en su generosa empresa. Se hará una anotación especial de su nombre, para mantener comunicación con ella. No hay duda de que nuestra Señora estará atenta a sus necesidades.
i) Conviene recordar a los auxiliares que su servicio es en apoyo de todas las almas, sin limitarse a las necesidades locales. Hay que hacerles ver que, aunque no estén en el frente, están desempeñando una función esencial: algo así como los fabricantes de municiones y los servicios de abastecimiento, sin los cuales las fuerzas combatientes no podrían hacer nada.
j) Los auxiliares no deben ser admitidos con demasiada facilidad. Antes de su inscripción definitiva habrán de familiarizarse con sus obligaciones, y dar suficientes garantías de que serán fieles en cumplirlas.
k) Se deben revelar a los auxiliares algunos aspectos del trabajo de la Legión: primero, para intensificar su interés en el servicio que han emprendido, lograr que lo cumplan cada día mejor y asegurar su perseverancia; y segundo, para inducirles a que se hagan miembros adjutores o activos.
l) Si se quiere mantener a los auxiliares siempre fieles e interesados por la Legión, es preciso estar continuamente en relación con ellos; admirable tarea para algunos legionarios, cuyo ideal debería ser una superación progresiva de los mismos.
m) Hay que descubrir a los auxiliares los grandes beneficios de que gozarían si entrasen en la Cofradía del Santísimo Rosario; haciéndoles ver que, como ellos ya cumplen más que de sobra- mediante su afiliación legionaria- con lo prescrito por esta cofradía, no les resta sino inscribirse en ella formalmente, y dar a bendecir el rosario a un sacerdote debidamente facultado.
n) Asimismo, con la mirada puesta en la formación completa de estos auxiliares de María, es necesario siquiera explicarles la "Verdadera Devoción" como consagración total a María.
Muchos de ellos se alegrarán tal vez de emprender este servicio más perfecto a María, el cual implica la entrega de sus tesoros espirituales a Aquélla a quien Dios ha constituido ya su propia Tesorera. Lo pueden hacer sin recelos, ya que las intenciones de María son los intereses del Sagrado Corazón. Estas intenciones abarcan todas las necesidades de la Iglesia, cubren el apostolado en todo su ámbito, se extienden al mundo entero, y también, aprovechan a las almas detenidas en el purgatorio. Preocuparse por las intenciones de María es tener solicitud por todas las necesidades del Cuerpo místico de Jesús, pues Ella no es hoy Madre menos solícita que en los días de Nazaret. Conformándose a su voluntad, uno va directamente a las más alta meta: la Voluntad de Dios. En cambio, yendo cada uno por su propio camino, habrá mil vueltas y rodeos, y, ¿acaso se llegará así hasta el fin?
Y, por si alguien cree que sólo personas muy espirituales son capaces de poner en práctica esta devoción, es importante hacer saber que San Luis María de Montfort hablaba del rosario, de la devoción a María y de la santa esclavitud de amor, a almas que apenas habían roto las cadenas del pecado, y cuyas inteligencias había que iluminar con las primeras nociones del catecismo.
o) Es deseable- y hasta necesario- establecer entre los auxiliares alguna forma de organización, con sus reuniones o asambleas propias.
Una población que quedara prendida en semejante red, quedaría imbuida de los ideales de apostolado y piedad de la Legión, de modo que pronto se la vería poner en práctica estos ideales de una manera incluso revolucionaria.
p) Una cofradía formada a base de socios auxiliares de la Legión no tendría menos valor que otra cofradía cualquiera; y, además tendría la ventaja de ser la Legión con toda la fuerza de su carácter y su ardor. Las reuniones periódicas de dicha cofradía mantendrían a los socios en contacto con el espíritu y las necesidades de la Legión, asegurando el fiel cumplimiento de sus obligaciones como auxiliares.
q) Se debería procurar que todo auxiliar se haga patricio: ambos grados se complementan mutuamente. La reunión patricia hará las veces de la reunión periódica recomendada para los auxiliares. Los mantendrá en contacto con la Legión y los irá formando sólida y progresivamente, en cosas importantes. Por otra parte, si se logra que los patricios se hagan auxiliares, darán así un paso adelante y siempre ascendente.
r) No se debe emplear a los socios auxiliares para la labor activa ordinaria de la Legión, aunque esto, a primera vista, parezca muy atrayente: pues, ¿acaso no es bueno estimular a los auxiliares a empresas mayores? Más, por poco que se reflexione, se verá a que se reduciría ese proceder: a querer hacer la obra de la Legión sin junta legionaria; en otros términos: a prescindir de la condición esencial para ser socio activo.
s) Donde se juzgue conveniente o posible, los auxiliares podrán tomar parte en el acies. Es una ceremonia muy alentadora para ellos, y buena ocasión para que se relacionen con los socios activos. Los auxiliares que se sientan con ánimo para pronunciar el acto de consagración auxiliar, lo harán a continuación de los legionarios activos.
t) La invocación que han de decir los auxiliares al rezar la téssera es: "María Inmaculada Medianera de todas las gracias, ruega por nosotros".
u) El llamamiento que hace la Legión al socio activo de "estar siempre de servicio a favor de las almas", está dirigido también al auxiliar. El auxiliar, lo mismo que el socio activo no debe escatimar esfuerzo alguno en el afán de conseguir a otros para el servicio de la Legión, hasta que la Catena Legionis sea la cadena de oro de la oración, que engarce a todos los fieles del mundo entero.
v) A menudo se reciben peticiones para que se modifiquen o se abrevien las oraciones del servicio auxiliar en favor de los ciegos, los analfabetos o los niños. Prescindiendo de que una obligación, cuanto menos específica, más tiende a perder su vigor, resulta que es imposible regular semejante concesión: eso llevaría a no negar esa exención- pues no habría razones para negarla- a personas menos analfabetas, menos cortas de vista, o a las que se dicen muy ocupadas; y por ese camino, y con el tiempo, la excepción vendría a ser la regla.
¡No! La Legión se ve obligada a insistir en la observancia de las normas establecidas. Si el reglamento traspasa los límites de algunas personas, éstas no podrán ser auxiliares, pero si podrán prestar un servicio inestimable a la Legión rezando por ella a su modo; y hay que animarlas a que lo hagan.
w) Está permitido cobrar al socio auxiliar el costo de la téssera y del certificado de inscripción; por lo demás, no se les asignará ninguna cuota por pertenecer a la Legión como auxiliar.
x) Cada praesidium tendrá en su poder un registro de socios auxiliares, en dos secciones- para los adjutores y para los simples auxiliares; con sus nombres y direcciones. Este registro se someterá periódicamente a la inspección de la curia o a sus visitadores autorizados, los cuales comprobarán atentamente si está al día, si hay entusiasmo en el reclutamiento de nuevos socios, y si de vez en cuando se visita a los auxiliares para recordarles sus obligaciones. (ef. Lc 9,62)
y) Queda efectuado el alistamiento en el momento de poner el nombre del auxiliar en el registro de auxiliares de cualquier praesidium. El encargado del registro es el vicepresidente.
z) Los nombres de los aspirantes al grado auxiliar se pondrán en una lista provisional hasta transcurrir tres meses de prueba; y el praesidium se asegurará bien de la fidelidad de los candidatos, antes de inscribirlos en el registro.
“¿Qué no dará nuestro buen Jesús en recompensa a los que le entregamos heroica y desinteresadamente, por manos de su Santísima Madre, todo el valor de nuestras buenas obras? Si da el ciento por uno, aun en este mundo, a quienes por amor suyo dejan los bienes externos, que son temporales y perecederos, ¿qué será ese céntuplo cuando el hombre sacrifica hasta sus bienes internos y espirituales?" (San Luis María de Montfort).
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