SON SUS HUELLAS
Veo su sangre sobre la rosa
Y en las estrellas brillan sus ojos,
¡Con que gloria!
Su cuerpo esplende sobre la nieve;
llora en las nubes si éstas llueven.
Miro su rostro en cada flor;
y el trueno y el canto de las aves
son su voz.
Las rocas, grabadas
a cincel con su poder
reproducen sus palabras.
Están todos los senderos
desgastados por sus pasos
andariegos.
Su corazón vigoroso
mueve el flujo y el reflejo
del mar infinito y hondo.
Cada espino le da espinas,
ay, a la corona de Jesús.
Cada árbol es su cruz.
José María Plunquett
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