lunes, 25 de marzo de 2013

San Pedro y la Legión



Desde la fiesta de Nuestra Señora de Lourdes, el día en que el Papa Benedicto XVI anunció que renunciará a su cargo como sucesor de San Pedro, he estado pensando mucho en San Pedro y en lo bendecidos que han sido los sucesores del gran apóstol de los tiempos modernos. En estos días especiales me llevó a reflexionar sobre San Pedro y su lugar en la espiritualidad de la Legión.

Pedimos la intercesión de San Pedro en todas nuestras reuniones de la Legión, pero hay mucho más que una simple invocación detrás de la plaza de San Pedro en la Legión. Hay un rico filón de espiritualidad que se encuentra en el relato del Nuevo Testamento de la plaza de San Pedro en la vida de Cristo y de la Iglesia primitiva. Sin duda, es importante que se le menciona por su nombre 191 veces en el Nuevo Testamento, que es más a menudo que todos los demás apóstoles juntos.

El Manual pone la razón por la que San Pedro es uno de los Patronos de la Legión de manera muy sucinta: "En la invocación de San Pedro, expresamos una vez más la lealtad de la Legión a Roma, el centro de nuestra fe, la fuente de la autoridad, la disciplina y la unidad. "Es impensable que San Pedro no sea una figura clave y central en el ethos espiritual de la Legión.

Hoy quiero centrarme en tres cuestiones que Nuestro Señor puso a San Pedro y que Él pone a cada uno de nosotros también. En primer lugar, en Cesarea de Filipo, preguntó: "¿Quién dicen ustedes que soy yo?" Esa es la pregunta fundamental en el Nuevo Testamento y en nuestra propia historia personal y la historia del mundo. Pedro respondió: "Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente." Esa es la fe de todos los discípulos de Jesús y de la roca sobre la que está edificada la Iglesia y, por supuesto, la base de la Legión. Esa es la virtud que era tan fundamental a María: "Dichosa por que has creído." Es el regalo que cada legionario pide y sigue pidiendo a Dios y a María. María nos lleva a la fe en Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre. Jesús no es alguien que encaja en la mejor forma que podamos en nuestras vidas, porque Dios no es sólo una figura en nuestras vidas, entre muchos otros, no, él debe estar en el centro de nuestras vidas, en torno al cual gira todo lo demás. La fe no puede ser practicada sólo en determinados momentos o lugares, sino que debe animar toda nuestra existencia personal.

La segunda pregunta que Nuestro Señor pone a Pedro es: "¿Por qué dudaste?" Tú conoces bien la historia. Los apóstoles estaban teniendo un momento difícil en el mar cuando Nuestro Señor se apareció a ellos caminando sobre el agua. Estaban aterrorizados pensando que podría ser un fantasma. Entonces Pedro tomó la palabra: "Señor, si eres tú manda que yo vaya a ti sobre las aguas." Y Jesús dice: "¡Ven!" Y Pedro camina sobre el agua, pero entra en pánico y comienza a hundirse. Jesús le rescata y le hace la pregunta radical que se dirige también a ti y a mí: "¿Por qué dudaste?" Jesús es el Señor de lo humanamente imposible y nos pide confianza absoluta en él. María le dijo a Gabriel que nada es imposible para Dios y ella cree eso y se convierte en el ejemplo de la virtud teologal de la esperanza. La Legión de María pide una participación en su confianza incondicional en Dios. Es bueno que recordemos sobre todo en estos días que la Iglesia es de Cristo y de hecho es el Cristo resucitado que vive y actúa en y a través de nosotros en su Cuerpo Místico. No tenemos ninguna razón para temer o dudar. Estamos llamados a ser personas de esperanza y de alegría incondicional en Cristo, no importa lo difícil que nuestras circunstancias puedan parecernos.

La tercera pregunta que Jesús pone a Pedro viene conmovedora de las profundidades de su Sagrado Corazón: "¿Me amas?" Esta pregunta es tan importante que el Señor le pregunta tres veces a Pedro. Esta conversación entre Jesús y Pedro es uno de los diálogos más conmovedores del Nuevo Testamento. Nuestro Señor está haciendo un punto sumamente importante: antes de que Pedro pueda alimentar a los corderos y a las ovejas, él debe amar a Jesús y verdaderamente, amar a la Iglesia. El amor debe ser el origen y el motivo de toda la actividad pastoral de la Iglesia. La virtud teologal de la caridad es el alma de todo apostolado. Una vez más vemos a María como ejemplo de la virtud de la caridad. Por eso, uno  de los tesoros de la Legión de María, es el título Corazón Inmaculado. Ella puede ser definida en términos de la abnegación absoluta de su corazón maternal: su amor por Jesús y sus hermanos en su Cuerpo místico.

Incluso en esta reflexión muy breve sobre el mensaje del Evangelio en la vida de San Pedro vemos la centralidad de las virtudes teologales en la vida de un auténtico discípulo de Jesús. Estas tres virtudes nos sumergen directamente en la vida íntima de Dios, la vida interior de la Iglesia de Cristo. En la oración conclusiva de la Tessera oramos por estos tres grandes regalos. Constituyen la más profunda vida de la Legión. San Pedro intercede por todos nuestros legionarios en todo el mundo para que realmente puedan vivir las grandes virtudes de la fe, la esperanza y sobre todo el amor,

Allocutio Legión de María
 Por el p. Bede McGregor OP
Director Espiritual de la Legión de María
Dublín - Irlanda
febrero 2013

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